Es un volcán que emerge en la pared de su piso céntrico de Madrid. Siempre que voy a su casa me encanta observar su fuego. Su nieto Eduardo nos habló de ella en la inauguración de su calle en Santa Cruz, Paseo María Belén Morales Gómez, nos contó su fuerza al entrar en los talleres de los hombres, donde no le temía al acero, a la radial ni a los materiales corrosivos. Transformó sus pensamientos en esculturas gigantes, senderos metálicos, historias de su cabeza al mundo, formas inverosímiles para que imagináramos su contenido.
En el documental “Isla, vuelo y horizonte” de Carlos Hernández Dorta sobre la escultora, María Belén cuenta cómo daba martillazos mientras escuchaba a Pink Floid. Pongo el play para inspirarme con Wish You Were Here, e imagino el sonido fuerte del golpeo, las manos de una mujer sin miedo a ser.
Ojalá estuvieras aquí María Belén, ojalá hubieras visto la placa de tu calle, tu nombre grabado en la pared de tu ciudad. Tu calle es un paseo de aire, un camino secreto que conduce de tu escultura Ida en homenaje a los presos de Fyffes a tus Vuelos situados en el Parque de la Granja.
Son muy pocas las calles en Santa Cruz que tienen nombre de mujer, y llamar a una María Belén Morales Gómez es fruto de un acuerdo del Consejo Municipal de las Mujeres y del trabajo de Belarmina Martínez, Montse González y Rosario Pino, que se sentaron juntas a planear la ciudad en femenino. Hay otros 9 nombres en el tintero, un camino que se debe de retomar sin demora.
Quizás este paseo sea capaz de abrir paso a otras mujeres relevantes de nuestra ciudad. Quizás este lugar llamado María Belén Morales Gómez sea el inicio de una ciudad de mujeres.