Arcila demanda a Bermúdez mayor implicación con el Balneario

El portavoz de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Pedro Fernández Arcila, demanda al alcalde José Manuel Bermúdez mayor implicación con el Balneario. Arcila exige que se reclame a la consejera de Hacienda del Gobierno de Canarias, Rosa Dávila, la primera partida de un millón de euros a la comprometida en sede parlamentaria durante una reunión con la Plataforma de Defensa del Balneario de Santa Cruz de Tenerife y de la Gestora en Defensa del Patrimonio Histórico de la ciudad.

El portavoz ecosocialista recuerda a Bermúdez que el grupo de gobierno municipal de CC-PP está obligado por un acuerdo unánime del pleno de la corporación, que adoptó en febrero pasado una moción de Sí se puede. El acuerdo respaldaba la propuesta de la plataforma vecinal creada para la recuperación del Balneario y se instaba a concretar el plan de rehabilitación anunciado por Dávila. Además, tal como está previsto en la moción aprobada, Arcila indica que debiera activarse un plazo de participación vecinal donde se consensuarán los usos del antiguo Balneario, que a juicio del citado colectivo ciudadano debe destinarse a uso recreativo, deportivo y sociosanitario.

El PGO de Santa Cruz incluyó el Balneario en el catálogo patrimonial, por el valor histórico del edificio, obra del arquitecto Domingo Pisaca Burgada; esta situación obliga al propietario a mantener estos valores culturales. Sin embargo, el Gobierno de Canarias es propietario del edificio desde 1983 y, bajo su custodia, ha ido sufriendo un progresivo deterioro hasta encontrarse en la actualidad en una situación realmente lamentable.

Aunque el Ayuntamiento capitalino no es el propietario, es indudable que le toca en este asunto desempeñar un papel fundamental de dinamización, apoyo y empuje para recuperarlo y devolverlo a la ciudad, contando con la opinión de la ciudadanía. Desde sus orígenes, el Balneario ha estado vinculado a la iniciativa de representantes municipales, como el alcalde García Sanabria, que supo  ver en él un proyecto social de gran alcance, tanto es así que este espacio público, a lo largo de sus ochenta años, generó unos incalculables beneficios para la ciudadanía que proyectaron ganancias inmateriales a varias generaciones. “Lo que le falta en estos momentos a la capital tinerfeña no es solo una infraestructura de estas características, sino un alcalde comprometido con su ciudad, como lo fue el artífice de la instalación en 1928”, asegura Arcila.

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