Sí se puede exige a Bermúdez que cumpla con el homenaje que Santa Cruz le debe a Domingo López Torres
Asun Frías contrasta el abandono del alcalde en plasmar el acuerdo plenario para honrar al poeta surrealista con las prisas para enaltecer a un militar defensor del franquismo.
La organización ecosocialista cree necesario reformar el reglamento de honores para evitar reconocimientos que atentan contra la Ley de la Memoria Histórica.
Sí se puede exige al alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, que cumpla con el acuerdo plenario del ayuntamiento capitalino para rendir homenaje al escritor Domingo López Torres, que fue también concejal de la corporación durante la II República, y el único de los escritores de la vanguardia artística tinerfeña asesinado por las fuerzas fascistas durante la Guerra Civil.
La concejala ecosocialista Asun Frías contrasta la desidia del alcalde en el obligado cumplimiento del mandato unánime del pleno de febrero de 2012 para honrar al poeta surrealista con el nombre de una calle o plaza con las prisas que se ha dado para enaltecer al militar Juan Arencibia de Torres, que recibirá este miércoles el título de Hijo Adoptivo de la ciudad.
Arencibia es un conocido defensor del franquismo, tal como ha dejado constancia en sus obras, plagadas de referencias laudatorias a los generales que instigaron el golpe de Estado con el que se inició la Guerra Civil y justificativas de su actuación militar y política en contra de la institucionalidad democrática en 1936.
A juicio de la organización ecosocialista “es imprescindible evitar estas anomalías antidemocráticas, que chocan con lo establecido con la Ley de la Memoria Histórica, por lo que se hace necesario reformar el reglamento de honores del ayuntamiento para evitar reconocimientos que atentan contra esta ley”, asegura Frías.
Bermúdez había anunciado en abril de 2014 el cumplimiento inmediato del acuerdo plenario de otorgar una calle a la memoria de López Torres pero no lo hizo. En septiembre de este año volvió a abordarse el asunto en la Junta de Portavoces de la corporación, donde se dio una situación paradójica, en la que debido a la falta de un acuerdo unánime, el alcalde anunció un decreto para efectuar el homenaje a Arencibia, y, ante las quejas de Sí se puede por el agravio comparativo, se comprometió también a aprobar por decreto los honores y distinciones a López Torres, pero ha incumplido una vez más su compromiso.
La concejala atribuye la dejadez de Bermúdez a su incapacidad para defender ante el PP un acuerdo que ya había sido aprobado incluso por este grupo municipal, “aunque ahora dan muestras de arrepentirse de haber votado a favor de la moción hace más cuatro años”, y a “la poca o nula sensibilidad democrática del propio alcalde, que ha preferido continuar la tónica de CC de mantener a Santa Cruz de Tenerife vinculada a ese inadecuado grupo de ciudades que se niegan a hacer una lectura democrática de nuestra historia”.
“La desidia del grupo de gobierno de Santa Cruz en el anterior mandato y en este con la figura de uno de los escritores más reconocidos de comienzos del siglo XX, que además es un hijo de la ciudad y fue concejal en uno de los escasos periodos democráticos que ha vivido nuestro país dan una visión caduca y muy triste de Santa Cruz y del Ayuntamiento”, apunta la concejala, “pero que se acelere la concesión de honores al señor Arencibia, por decreto, ante la falta de acuerdo, mientras se frena la decisión plenaria unánime es un acto característico de la arbitrariedad antidemocrática con la que se gobierna la capital de Tenerife”.
López Torres fue un poeta surrealista y ensayista, un escritor y político revolucionario en los agitados años treinta del siglo XX. Nacido el 15 de mayo de 1907, este militante socialista fue concejal del Ayuntamiento durante la Segunda República en una ciudad que en el quinquenio republicano amó los ideales de libertad, justicia y democracia.
Al comienzo de la Guerra Civil fue detenido y llevado a la prisión instalada en los salones de la compañía platanera Fyffes. En febrero de 1937 fue trasladado desde Fyffes en las prisiones flotantes ubicadas en barcos atracados en el puerto de Santa Cruz, donde fue arrojado al mar enfundado en un saco junto a otros prisioneros.
Es el único de los escritores de la vanguardia insular asesinado por los fascistas y es considerado uno de los más grandes literatos que han dado las islas Canarias. Como miembro de la vanguardia intelectual canaria en los años treinta del pasado siglo, su figura y su obra han suscitado el interés de centros docentes de otras partes del mundo, como la Universidad de Onasbruck, en Baja Sajonia (Alemania).
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