Nuestra campaña y la de ellos. Domingo Garí.

La distinción esencial entre nuestra campaña y la de ellos descansa sobre la posesión o no de fantásticas bolsas llenas de euros. Y de ahí, que es también una diferencia de filosofía acerca de la política, la idea de defender una sociedad distinta o simplemente la de vender un producto de mercado vulgar y corriente, que es la preocupación central de los partidos del turno de oficio.

Algunas descripciones someras y muy gráficas de cómo fue la campaña de ellos y la nuestra son las que siguen. Ellos, y en particular sus candidatos más visibles, no pegaban carteles. Mandaban a personas pagadas a que lo hicieran. Un cartel de los de ellos era del tamaño de cuatro de los nuestros. Nosotros estuvimos quince días pegando carteles hasta altas horas de la madrugada cada día. Incluidos los candidatos. Mientras los de ellos dormían a pierna suelta porque con el dinero que contaban las preocupaciones y el trabajo es menor.

Ellos no repartían propaganda, y cuando lo hacia algún candidato visible era sólo para hacer propaganda del reparto de propaganda. Es enrevesado pero real. Alguno de ellos, de los visibles, podía repartir una tarde un ratito en una calle céntrica algunos programas o lo que fuese. Lo que estaban haciendo en realidad era hacer propaganda de que hacían propaganda. Sin embargo, nosotros tras acostarnos a altas horas pegando los carteles, madrugábamos para estar a las 7 de la mañana, en la puerta de un hospital, residencia o centro de trabajo para repartir nuestro periódico o dípticos, o lo que fuese. Y estábamos en primera fila, junto con otros militantes, los candidatos más visibles. Tal así que mucha gente se quedaba parada mirándonos a ver si éramos los de la foto y tras comprobar que sí, felicitarnos y jurarnos que en la vida habían visto a candidato alguno haciendo semejante cosa a esas horas de la madrugada.

Ellos tenían estructuras asombrosas para colgar de las farolas las fotos de sus candidatos. Gente contratada les hacía el trabajo de colgárselos. Nosotros teníamos que hacer la composición. Conseguir cartones adecuados a la medida de nuestro cartel, encolar y pegar, colocarles bridas al cartón, coger una escalera e irlos a poner en las farolas.

Ellos recibían las papeletas de votación ensobradas para cada institución de forma individual y todas dentro de un sobre englobador. Traía impresa la foto del candidato y las direcciones postales de cada vecino del lugar ¡Que nivel! Y todo llegaba en grandes palés a la central de correos en la cuesta, desde donde se repartían al censo completo de la isla. Eso supone decenas y decenas, si no centenares, de miles de euros que sólo se pueden pagar teniendo al apoyo de grandes empresas.

Nosotros, en el caso de Santa Cruz, a modo de ejemplo, tuvimos que ensobrar a mano noventa mil papeletas, para poder repartir a treinta mil vecinos, dado que eran tres instituciones. Estuvimos una semana entera haciéndolo, todos encerrados en el local y repartiendo cajas de sobres y papeletas a amistades, familias, amigos de amigos, etc. Los dedos acababan doloridos, aunque luego se distendían dando cola y pegando carteles tras la media noche. Algunas veces, con lo puesto había que dar una rueda de prensa o ir a un programa de radio. Y uno veía a ellos repeinados y fresquitos y los nuestros cada día con más ojeras y en ropa de brega.

Ellos cocinaban encuestas pagadas, con todo ese dinero del que disponían, y nosotros íbamos a los barrios a hablar con la gente, con la que ya veníamos hablando desde hacía cinco años. Ellos pertenecen todos al stablisment político, llevan años viviendo de esta cantinela y se mueven como pez en el agua en el asunto de las conspiraciones, las difamaciones y los bulos interesados. Nosotros nos movemos contra el stablisment político, nunca hemos vivido de eso y no conspiramos porque decimos las cosas a la cara. Hemos estado hombro con hombro con la ciudadanía en todas las luchas sociales, algunos desde hace mas de treinta años, y nos gusta mezclarnos y remezclarnos con la gente que pelea o que tiene ganas de pelear pero aún no sabe como hacerlo. Ellos prefieren estar cada día en la prensa repitiendo las peregrinas ideas que no se cansan de repetir, unas veces disfrazados de una cosa y otras veces otra.

Nosotros subimos gracias al esfuerzo militante, el trabajo en equipo, la implicación con los asuntos de la gente, la elaboración de un muy buen programa ecosocialista, atractivo y serio. Subimos con el trabajo de muchos profesionales que nos aportaron brillantes ideas, y con el trabajo insustituible de muchos compañeros en sus barrios y en la red. Subimos porque tenemos las ideas claras y ganas de ponerlas en prácticas. Ellos subieron porque contaron con mucho dinero, aunque en alguno de los casos ni siquiera el dinero les sirvió para nada, y en otros no pudo impedir un considerable bajón.

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