Melani Penna subraya que siempre hay alguien educando, si no lo hace la escuela, lo hace la televisión

La profesora de la Complutense destaca que se llega tarde si la educación afectivo-sexual se inicia en la adolescencia, cuando “los prejuicios ya están formados”

“Siempre hay alguien educando; si no lo hace la escuela, lo hace la televisión” o el vecindario, la familia… La educación -en el sentido de aportar criterios con los que la ciudadanía va a guiar su vida- se da siempre, aunque aparentemente no esté ocurriendo. Por eso, una sociedad democrática debe proponerse educar a sus integrantes en los valores que la inspiran. De ahí la importancia del compromiso de la escuela pública en el impulso de los procesos educativos que garanticen la inclusión y la diversidad.

Por tanto, la escuela debe comprometerse en garantizar una educación afectivo-sexual que dé cabida a la diversidad manifiesta en la sociedad. “Es también una cuestión de justicia social, porque, si no, las personas que tienen dinero sí que educan a sus hijas, hijos e hijes y las personas que no cuentan con esos fondos, al final, los educan de otra manera, viendo más la tele, y eso termina repercutiendo en mentes más cerradas”, argumenta Melani Penna, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y coordinadora de la Oficina de Diversidad Sexual e Identidad de Género de esta universidad.

Penna también es vocal en el Consejo de Participación LGBTI del Ministerio de Igualdad en representación de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), espacios en los que coordina el Grupo de políticas en los ámbitos educativo, deportivo y cultural.

Con estas responsabilidades, su experiencia personal y una enorme cantidad de reflexión concienzuda en torno a la educación afectivo-sexual de la diversidad en los primeros años de la educación, Penna participó en distintas mesas de trabajo organizadas en la sexta edición del Festival Buenavista Diversa, que se dedicó al abordaje de la diversidad en la educación formal y no formal.

“Es fundamental trabajar con la infancia, porque, si trabajamos a partir de la adolescencia, todos los prejuicios están formados, la identidad está llena de actitudes negativas en torno a la diversidad afectivo-sexual. Yo veo los conceptos como botellas que se van llenando de significados, entonces que esos significados desde pequeñitas, pequeñitos, pequeñites se vayan llenando de cosas bonitas es importante, en torno a la diversidad, en torno a lo que es una persona LGBT o ser una persona con discapacidad o ser una persona con equis cuestiones; es importante que los conceptos y los significados que tenemos sobre eso se vayan llenando de buenas ideas y no de malas ideas. Si no se educa desde las primeras etapas lo que pasa es que se educa a través de los medios de comunicación y estos no tienen un interés por formar en torno a la diversidad y por eso hay que trabajar en torno a los tres añitos”.

“Las personas pequeñas reciben muy bien el mensaje de la diversidad”, dice la profesora. Por eso a quienes trabajan con la infancia les gusta tanto hacerlo. “Las personas pequeñas no tienen prejuicios, escuchan de otra manera, entienden mucho más… Es un error muy grande, que tiene que ver con el edadismo, pensar que porque sean más peques son menos inteligentes, es otra inteligencia, otra manera de ver las cosas”, apunta y sugiere que “sería muy bueno una sociedad en la que eso pudiera cambiar y que las personas pequeñas tuvieran más voz y se les escuchara más, porque se aprende muchísimo y lo reciben todo muy bien”.

El mundo raro de Mermel

Autora de varios libros, Penna ha escrito, entre otros, el libro de cuentos El mundo raro de Mermel y El mundo raro de Mermel, propuestas para trabajar las diversidades y disidencias en Infantil y Primaria, ambos adquiridos por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Ambos libros los escribió conjuntamente con Belén de la Rosa Rodríguez y Mercedes Sánchez Sainz “y fue muy importante el trabajo de María Jesús Guedes”, que trabajaba entonces en la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

 

“Mermel, en un principio, no tenía cuerpo ni voz ni pelo ni tamaño definido. En principio, Mermel no era”, explica su autora. “Entonces, el mundo raro de Mermel empieza con que Mermel decide crearse a sí misme y decide ser una persona con el pelo rizado, con la piel morena, un apersona gorda y decide no ser niño niña y entonces a partir de ahí empiezan las aventuras del mundo raro”. El libro se trabaja en la escuela en la etapa de educación infantil y primaria, “etapas que normalmente abandonas en cuanto a la elaboración de materiales didácticos y propuestas para trabajar la diversidad en general y en concreto la diversidad afectiva-sexual”, comenta.

En total se trata de tres bloques y quince unidades didácticas pensadas tanto para trabajarlas de manera continua como para tratar solo asuntos específicos. Se compone de un libro de cuentos y de un material de aula para apoyo del profesorado. El método previsto es “favorecer el aprendizaje significativo, tanto con el alumnado, como con el centro y las familias, de manera que se favorece la globalización del aprendizaje y se retiene mucho más”.

 

 

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