Las montañas de Anaga exhiben su patrimonio cultural y humano apostando por el cine comunitario como herramienta de transformación social

Las Carboneras acoge este sábado la proyección abierta de un mediometraje y un corto elaborados por residentes de todas las edades

Un grupo de vecinas y vecinos de Las Carboneras y Chinamada han querido analizar en dos proyectos audiovisuales su patrimonio cultural y trasladar las historias del pasado de los caseríos de las Montañas de Anaga a la realidad del presente. Y, para ello, residentes de todas las edades se han volcado para escribir los guiones, seleccionar las localizaciones, elaborar los vestuarios y el atrezo e interpretar dos historias que se proyectarán este sábado en Las Carboneras para compartir la experiencia con la población de Anaga.

Este 10 de septiembre, a partir de las 16:30 horas, se proyectará en la plaza de Las Carboneras el mediometraje titulado “Digo que me caso y me caso” y el corto juvenil “La venganza enmascarada”. Este encuentro está organizado por la Asociación de Vecinos Tenejía y la Comisión de Fiestas 2022 de Las Carboneras, iniciativa que cuenta con la colaboración de las áreas de Bienestar Social y Sanidad del Ayuntamiento de La Laguna, a través del proyecto 241 Miradas.

Esta iniciativa de cine comunitario se ha desarrollado en el marco de dos proyectos socioeducativos: 241 Miradas, promovido por el Área de Bienestar Social del Ayuntamiento de La Laguna, y ¿Vivo o en lata?, por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, desde el Programa Enseñas-Patrimonio. Mediante la propuesta lagunera se trabaja, desde hace año y medio y de forma ampliamente participativa, en la recuperación de las redes comunitarias y del patrimonio sociocultural de estos pueblos como factores esenciales en la prevención de las dependencias y la mejora de la calidad de vida de las personas que residen en ellos.

Cabe recordar que estos caseríos se ubican en un extenso territorio marcado por el paisaje abrupto y de profundos barrancos característico del macizo de Anaga, pueblos que sufren un proceso de despoblación y donde vecinos, vecinas y diferentes instituciones tratan de conciliar las necesidades contemporáneas con el desarrollo social y la protección del medio ambiente.

El concejal de Bienestar Social, Rubens Ascanio destaca “el importante componente intergeneracional que promueve 241 Miradas y que ha generado un especial interés fuera de nuestro territorio”, además de su labor en la promoción de actividades saludables, “ya que, dadas las particularidades geográficas de la zona, es muy difícil poner en marcha las iniciativas que se desarrollan en pueblos y barrios con una elevada tasa de población”.

Además, el edil recuerda que “este es un proyecto de cercanía, que aborda elementos identitarios y busca fortalecer ese tejido de comunidad que, durante tantas generaciones, se ha cuidado y protegido, pero también nos sirve para comprender mejor las realidades que se dan en comunidades rurales con un alto nivel de envejecimiento de la población y en las que es necesario reforzar las redes comunitarias y de cuidado”.

Las personas que integran el proyecto socioeducativo La Furgoneta Fantástica, que está acompañando y contribuyendo al desarrollo de estas acciones en las Montañas de Anaga, explican que “la construcción de comunidad tiene como piedra angular la comunicación entre las personas como actores sociales”, frente a “pueblos y ciudades que viven en crisis de comunicación, con personas que no dialogan ni con el vecino de enfrente”.

Robarle el tiempo a la soledad

Este proyecto de más de año y medio con la población de estos caseríos “ha sido, ante todo, facilitador de encuentros entre personas para sentirse vecinos y vecinas, parte de un grupo; para hablar de lo que fuimos, de lo que somos, de cómo nos gustaría ser. Han sido meses robados a la televisión, a los medios digitales de comunicación de masas, a la soledad y al silencio no deseado”, una iniciativa que proporciona un material muy interesante sobre las necesidades de las personas del ámbito rural en una sociedad en rápida transformación.

Las técnicas dialógicas empleadas durante todo el proyecto, también para estas acciones audiovisuales, surgidas a iniciativa de las propias vecinas y vecinos, tratan de poner en valor los relatos orales, entendidos estos como parte del patrimonio cultural intangible de cada lugar, aprovechando las posibilidades que brinda el cine comunitario. “El proceso de creación, participación y la toma decisiones ha sido horizontal y colectivo”, explican, en el que las personas participantes “han recordado transitando los caminos de la memoria y han compartido, reflexionado y debatido sobre saberes, vivencias y valores. Y lo más interesante, no han elegido un formato conservacionista y repetitivo de las cosas del pasado, sino que se apropian de ellas y las comparten, desde la creación y la reinterpretación con técnicas y lenguajes contemporáneos”.

Sobre el proyecto

El proyecto 241 Miradas, promovido por las áreas municipales de Bienestar Social y Sanidad, parte de la premisa de que la solución contra la despoblación de estos caseríos va más allá de la mejora necesaria de los servicios y requiere generar vínculos afectivos de arraigo con el territorio y con la comunidad, estrategias de ocio y lugares de encuentro que se asimilen como propios para reforzar la comunidad frente al aislamiento individual, así como potenciar la diversidad y el conjunto de las potencialidades y saberes de cada persona como elementos de integración social.

Entre sus objetivos, se incluyen recuperar las redes comunitarias e intergeneracionales, generar vínculos con el territorio, prevenir y promover hábitos saludables, poner en valor la identidad personal y colectiva, recuperar la autoestima y la autoconfianza, y generar contextos de aprendizaje colaborativo y vivencial, de carácter comunitario, en torno al patrimonio cultural.

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