Sí se puede llega para quedarse.
Con los resultados del 22 de mayo en la mano, queda claro que Alternativa Sí se Puede ha sido uno de los grandes ganadores de los comicios en Tenerife. Incluso podría hablarse del partido de moda, término que ellos destierran del vocabulario porque prefieren definirse como una organización sociopolítica. Y de izquierdas claro, una etiqueta hoy a la baja en Tenerife por el descrédito acumulado por la gestión del PSOE ante la crisis económica y el «canibalismo» que ha practicado con algunos de sus líderes, desmantelados con gestoras y obligados a fundar formaciones de nuevo cuño.
Aunque no han logrado entrar en el Cabildo, han mejorado todos los resultados de hace cuatro años hasta sumar más de 20.000 votos en la isla. De cinco ediles han pasado a veinte, obteniendo la victoria electoral en Buenavista del Norte y dos concejales muy estratégicos en el Ayuntamiento de Santa Cruz. Además, estarán presentes en Puerto de la Cruz, Tacoronte, El Rosario, Vilaflor, Granadilla de Abona, Candelaria, Güímar, El Rosario, Tegueste, La Laguna y Candelaria. Y la organización va a más: «La verdad es que hemos crecido mucho en número de militantes, especialmente en el último año. Ha sido bestial, y gente de todas las edades», señala Pedro Arcila, candidato en la capital chicharrera. Poco a poco se van recogiendo los frutos de la semilla que nació en 2005, en plena lucha contra la construcción del puerto industrial de Granadilla.
El candidato al Parlamento, Domingo Garí, rememora el alumbramiento: «En el seno de Asamblea por Tenerife, muchas personas empezamos a discutir que aquel potente movimiento social necesitaba una expresión política, que no podía agotarse cuando finalizara el conflicto. Participó mucha gente, otras se fueron, pero el grupo inicial, de unas 200 personas, sigue aquí». Y no fue fácil, porque se trataba de un colectivo amplio y muy heterogéneo. Tan amplio que hasta es difícil colgarle alguna etiqueta. O sí. Garí se decanta por el ecosocialismo, Arcila por una organización plural y progresista en plena revisión de los modelos de intervención de la izquierda clásica. Se trata, en definitiva, de una gran plataforma de izquierdas donde todos suman. Desde colectivos organizados previamente como la Plataforma contra el Puerto de Granadilla o Alternativa Popular Canaria hasta organizaciones sociales, ecologistas y ciudadanos independientes atraídos por el desencanto de las fuerzas tradicionales o la forma de trabajar.
«Realismo»
¿Cuál es la clave del éxito? «Generosidad y realismo. No había que imponer ninguna corriente sobre otra, sino definir un nuevo espacio político que hemos terminado denominando ecosocialismo. Nos preocupa el territorio, el modelo de desarrollo y el avance de la democracia participativa. Y, de hecho, todavía no hemos culminado el proceso», responde Garí. Y va a haber recorrido. Dice que las raíces son «sólidas» y que se ha ocupado un «territorio virgen» que estaba sin explotar desde el punto de vista ideológico. Está tan seguro de que Sí se puede no es una «moda pasajera» que ni siquiera vincula sus buenos resultados a la brusca caída electoral del PSOE. «Hay algún votante descontento del PSOE que nos ha votado, pero también hemos logrado muchos votos en algunos feudos de ATI en Santa Cruz. Y creemos que podemos ocupar más espacio entre los abstencionistas, aún».
Y la hoja de ruta, también parece estar clara. Nada de coaliciones electorales como se ha planteado en el pasado, por ejemplo, con Izquierda Unida. «Estamos abiertos a la confluencia, pero siempre hemos dejado claro que somos una organización horizontal y asamblearia», comenta. Arcila, incluso, es más gráfico: «Ellos tienen otro modelo basado, a lo mejor, en una cúpula dirigente poco numerosa que corría el riesgo de diluirse en las asambleas». De hecho, sobre la asamblea pivota toda la estructura organizativa de Sí se puede y con un mensaje claro: «No es una mesa de partido ni somos profesionales de la política, estamos solo de paso», resume Garí.
En la Asamblea Insular se fijan las líneas maestras de trabajo y se discute lo que ha pactado la asamblea de cada municipio. «Y a veces nos convencen aunque no estuviéramos de acuerdo inicialmente, como ocurrió hace cuatro años con el pacto de Granadilla. Yo, personalmente, haciendo balance ahora, creo que fue un error, porque no hemos rentabilizado la acción de gobierno», indica. El sábado, en la Asamblea Insular, se fijará la estrategia municipal a seguir. Se espera que se respete la Alcaldía de Buenavista y que en La Laguna, Mena no entre en el gobierno local ni forme parte de planes anti-CC. Pero la asamblea, como siempre, será soberana.
Fuente: ABC
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