Es que España no es racista …José Manuel de Pablos

Pero esta España siempre ha sido racista, no ha olvidado ni perdonado el asentamiento de árabes siglos atrás, que dejaron tanta riqueza cultural en la península. ¡Aquellos árabes tenían la insana costumbre de bañase con frecuencia!

La España actual, Borbonia, es racista y lo deja ver en los medios informativos, unas veces de la pluma de aguerridos escribas de la derecha suma y otras, como el caso del niño canario de un anuncio, desde las redes sociales, porque el racismo imperante está en todos sitios.

Recordemos unos pocos ejemplos recientes: Cuando el presidente boliviano Evo Morales vino de visita (equivocadamente) a Madrid, esos individuos se hartaron de reír del aymara, por sus chalecos típicos con los que se abrigaba. En su viaje anterior, de la mano de Repsol (tan benefactora de América Latina) ese golferío de ‘periodistas’ se ocuparon de no molestar a la gran multinacional y el racismo larvado se contuvo.

Cuando quien vino a Madrid fue el presidente mexicano Vicente Fox Quesada, aquel vaquero del PAN o PP mexicano, el cachondeo de ese detritus de los media la tomó con las botas de vaquero del personaje, ignorantes de que más de medio México es terreno de ranchos y que ese tipo de calzado es natural en el gran país hermano. Bueno, para empezar, esos ignorantes escriben “Méjico”, como en los tiempos franquistas, no vaya a ser que sus colegas de la derecha suma se molestaran.

Pero no hay que remontarse a hermanos de países latinoamericanos: cuando el pillo de Felipe González (“OTAN, de entrada, no”) nombró a Eligio Hernández fiscal general del estado, esa misma basura mediática la tomó con aquel personaje de cuerpo tan fornido, nombre extraño y que, además, había sido practicante de la lucha canaria y recordaron su nombre de terrero, que no recuerdo si era “Pollo de El Pinar”. El racismo mira lejos y mira cerca.

Ese mismo racismo, ¡creánlo!, fue el que magnificó las fechorías de ese senador que se fue con su hijo a cumplir una de las tradiciones de todo cacique que se precie: llevar al niño de putas cuando acaba sus estudios, para que se haga muy hombre. Está ese episodio reflejado en toda la literatura costumbrista española. De haber sido un senador de Madrid, habría que ver si el cachondeo hubiera sido de tal calibre. Pero era gomero, tierra de chistas. O sease.

Lo de ese chinijo que hace publicidad y la que se ha armado no es sino otro episodio del gran libro titulado “Es que España no es racista”.

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