Los depredadores. Domingo Garí.

La insistencia de nuevo en el comienzo de las obras del puerto de Granadilla pone de manifiesto su ideología ecocida y su total desprecio por las personas que habitamos estas islas. Los estertores de un modelo agotado que se cimienta en la ganancia crematística a corto plazo tienen un impacto ecológico y social irreversible y devastador.

Los responsables políticos del tripartito PSOE-PP-CC y los empresarios que los financian, y que luego son recompensados con contratación de obras y servicios, se han convertido en estás décadas de neoliberalismo insular, en la peor de las plagas que nunca en este archipiélago hubo. Cual langosta africana colonizan el territorio y dejan la imborrable huella de la destrucción de hormigón. Tras haber acumulado fortunas fantásticas, en buena parte gracias a los favores recibidos del poder político, y con la enferma economía en estado de coma, vuelven a la carga para aplicarle al enfermo más de la misma medicina que lo ha traído hasta este estado de fase terminal.

Los responsables del desastre económico y ecológico deberían de tener peor suerte de la que gozan en la actualidad, y ser sometidos a una persecución impecable, si las instancias institucionales y los aparatos del estado concernidos en el asunto no estuviesen en la misma fase degenerativa. La apropiación privada de los recursos públicos, o del bien común, como objetivamente es la naturaleza, es un crimen que en un estado democrático no debería tener lugar. Pero en vez de eso, el estado y algunas de sus instancias avalan y respaldan financieramente el ecocidio y abandonan sus funciones en la defensa del bien público.

Los depredadores privatizan las ganancias y externalizan las perdidas económicas y ecológicas. Los que se van a forrar de euros, de procedencia pública, no serán castigados cuando llegué el momento y se verifique sobre el desastre ya consumado, la inutilidad social de esa macro obra desquiciada. Entonces abandonarán definitivamente su interés por Granadilla y su costa, por los barcos de gran tonelaje y la diversificación de la economía y toda la cháchara argumentativa que usaron para consumar el crimen, y se irán en busca de otro objetivo territorial o marítimo que aniquilar. La lógica de este comportamiento estriba en que la actividad a la que se dedican es más rentable cuanto más destruye. Los depredadores engordan sus cuentas bancarias demoliendo el hábitat del conjunto de las especies vivientes.

Los depredadores han acumulado un poder de envergadura desconocida, que seguirán usando para colonizar y destruir territorios y ecosistemas marinos y terrestres hasta que nada sea servible. En el futuro se podrá rastrear su herencia por medio de la contemplación de la inmensa mancha gris, improductiva y contaminada en que convirtieron una isla, que dejó de ser habitat común para convertirse en solar de unos pocos centenares de exterminadores.

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