¿Qué oculta Carlos Alonso tras el manto de la Virgen de Candelaria? Fernando Sabaté

Desde el máximo respeto que nos merecen las creencias religiosas de cada persona y el reconocimiento a la importancia histórica que como símbolo ha tenido la imagen de la Virgen de Candelaria, me parece que la propuesta de nombrar a la Virgen de Candelaria presidenta honoraria y perpetua del Cabildo de Tenerife es un claro intento de manipulación partidista de los sentimientos de mucha gente por parte de Coalición Canaria y de Carlos Alonso, el presidente de esta institución.

Aunque todavía no se ha difundido mucho, este próximo otoño está previsto que la Virgen de Candelaria sea trasladada desde su basílica hasta las ciudades de La Laguna y Santa Cruz. Alonso está buscando una oportunidad para, en un contexto de participación probablemente masivo, y convenientemente retransmitido por la Televisión C anaria (más bien la televisión de ellos), tratar de apuntarse el tanto y de utilizar ese sentimiento como quien arrima el ascua a su sardina.

Dice el presidente del Cabildo que la Virgen de Candelaria representa un símbolo que cohesiona al pueblo de Tenerife, y lo identifica. Lo primero pueda resultar discutible (pues existe un número creciente de personas que son tan laicas como respetuosas respecto a las creencias religiosas de las demás). Pero lo importante es subrayar que mirado desde el ámbito de la política, que es donde se desenvuelve (o debería desenvolver) el presidente del Cabildo y todas las demás personas que formamos parte de esa corporación, los elementos fundamentales que han generado cohesión social e identificado en torno a proyectos colectivos a las grandes mayorías ciudadanas han sido en todos los países avanzados del mundo la construcción y ensanchamiento del bienestar social.

El hecho de que en muchos países de Europa y de otras latitudes se lograra obtener en algún momento salarios dignos para la gente trabajadora, bajas tasas de desempleo, sanidad universal, educación pública, gratuita y de calidad, pensiones adecuadas, y todos los demás elementos de este tipo, fue justamente lo que forjó los grandes niveles de cohesión social y de identificación de la ciudadanía con la democracia y sus instituciones. Ha sido precisamente cuando esos pilares del bienestar se resquebrajaron, extendiéndose la precarización y la desigualdad, cuando la cohesión también se resquebraja y prosperan patologías sociales como el racismo y la xenofobia, y se extiende el caldo de cultivo de grupos y movimientos de ultraderecha.

Por eso, es en la recuperación del bienestar, los derechos sociales y la democracia avanzada sobre los que se deben establecer los grandes consensos colectivos, la cohesión y los símbolos que unifican a TODA la ciudadanía (y no sólo a la que practica o siente determinadas creencias religiosas).

Carlos Alonso, que es una persona relativamente joven y de la que -diferencias ideológicas aparte- cabía esperar otras posiciones más abiertas y modernas, nos ofrece en cambio un retroceso a valores muy anteriores a la modernización democrática y social.

La pregunta que cabe hacerse es: ¿por qué esta iniciativa? ¿Y por qué ahora? La respuesta que nos viene a la cabeza, si nadie nos proporciona otra mejor, no puede ser más que esta: esta iniciativa viene a confirmar el evidente y prolongado declive político, social y electoral de Coalición Canaria. Más o menos lento en el tiempo, pero que ahora se acelera y parece ya inexorable. La proximidad a las elecciones locales, insulares y autonómicas (serán en mayo de 2019, y el desplazamiento de la Virgen está previsto para octubre o noviembre de este año) explican el resto. En mi opinión, lo que está intentando ocultar Carlos Alonso tras el manto de la Virgen de Candelaria es esta meta electoralista que nada tiene que ver con la presidencia honorífica de la Patrona de Canarias, sino con el intento incluso desesperado por mantener él la presidencia insular.

Por favor, respetemos, todos y todas, las creencias religiosas, filosóficas e ideológicas de todas y todos. Y respetemos también a la Virgen de Candelaria y a quienes sobre su imagen y lo que ésta representa proyectan sus sentimientos más íntimos y profundos. Esa iniciativa es también una falta de respeto a todas esas personas.

Fernando Sabaté, militante de Sí se puede, es consejero y portavoz del grupo insular de Podemos en el Cabildo de Tenerife.

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