Sí se puede califica de “histórica para África” la sentencia sobre el asesinato de Thomas Sankara
Pedro Fernández Arcila: “La condena a cadena perpetua al expresidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, señala indirectamente al Estado francés como instigador” Tras más de 30 años de impunidad, se condena a los ejecutores del asesinato del llamado “Che Guevara africano” y otros 12 impulsores de la transformación del país
Sí se puede califica de “histórica para África” la sentencia sobre el asesinato de Thomas Sankara, líder del proceso de transformación de Burkina Faso, impulsado entre 1983 y 1987 y truncado tras el magnicidio en el marco de un golpe de Estado. El portavoz para asuntos africanos de la organización ecosocialista canaria, Pedro Fernández Arcila, destaca que “la condena a cadena perpetua al expresidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, señala indirectamente a los servicios secretos del Estado francés como instigadores, además de identificar el proceso por el que se produjo el crimen en el marco de un golpe de Estado dirigido a frenar la revolución que estaba devolviendo la dignidad al pueblo de Burkina Faso tras una descolonización fallida”.
Arcila subraya que esta sentencia llega a Burkina Faso después de más de 30 años de impunidad. El juicio contra los acusados por el asesinato del llamado “Che Guevara africano” y otros 12 impulsores de la transformación del país durante los años 80 comenzó el pasado 11 de octubre de 2021, 34 años después de los hechos investigados, y tuvo que ser reiniciado varias veces tras varias interrupciones.
Está todavía pendiente por concluir el proceso de instrucción que investiga la dimensión internacional de los hechos. “Confiamos que esta investigación también concluya satisfactoriamente para el pueblo burkinés: que se conozca la verdad de la trama internacional de intereses y acciones que impulsaron los hechos por los que se truncó de manera violenta un proceso que hizo renacer el país en los años 80 del siglo pasado”, apunta el portavoz de Sí se puede.
El juicio mencionado concluyó el pasado 6 de abril, con la condena a prisión perpetua para tres de los 14 encausados: Blaise Compaoré y Hyacinthe Kafando –que se encuentran huidos del país– y Gilbert Diendéré –que ya está en prisión, cumpliendo otra condena de 20 años por liderar un intento de golpe de Estado, en septiembre de 2015–. Kafando ha sido condenado como culpable de asesinato, mientras que Compaoré y Diendéré lo han sido por ataque a la seguridad del Estado, complicidad en asesinato y ocultamiento de un cadáver. La sentencia se completa con otras ocho condenas a entre 3 y 20 años de prisión, según los casos, y tres absoluciones.
Thomas Sankara
Thomas Sankara fue asesinado el 15 de octubre de 1987 a los 37 años junto a 12 de sus colaboradores después de que un comando golpista, liderado por Compaoré, asaltara su despacho. El que fuera el primer presidente de Burkina Faso había liderado una revolución que incluyó el cambio del nombre del país que había sido conocido como Alto Volta desde su fallida independencia de Francia, en 1960, por este otro nombre, que significa “el país de los hombres íntegros”.
Sankara impulsó un proceso de auténtica descolonización, de carácter panafricanista y socialista. Con el objetivo de eliminar la corrupción y el predominio de la expotencia colonial francesa, el presidente asesinado, anteriormente piloto de combate del ejército de su país, lideró un golpe de Estado en 1983 en el que contó con el apoyo de su entonces amigo íntimo, Compaoré, que ahora ha sido condenado.
El programa de cambio social y económico que impulsó Sankara hasta su asesinato en 1987 es el más ambicioso jamás intentado en el continente africano. El impulso de la reforma agraria, junto a los programas de irrigación y fertilización, permitieron al país alcanzar la soberanía alimentaria en tan solo cuatro años.
Firme defensor de la plena soberanía financiera, el presidente burkinés denunció la ayuda exterior gestionada a través de Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) como sistema de control y promovió un movimiento de países africanos en contra del pago de la deuda externa. Asimismo, impulsó en la Organización para la Unidad Africana el rechazo a la penetración neocolonialista a través del comercio y los mecanismos financieros.
Los programas de vivienda e infraestructuras a gran escala, incluidos los de reforestación, carreteras y vías férreas, fueron financiados sin ayuda externa, con resultados tan llamativos que sacudieron los cimientos de los modelos tradicionales de desarrollo económico impuestos a África por sus antiguas potencias coloniales.
En el plano social, destacan las campañas de vacunación dirigidas a erradicar la poliomielitis, la meningitis y el sarampión, además de ser el primer gobierno africano en reconocer públicamente la epidemia del SIDA como una gran amenaza para África. Asimismo, prohibió la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y la poligamia.
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